Se parece como un huevo a una castaña

Este refrán o pacopaco se usa para decir que dos cosas no se asemejan en nada. Ése es su significado aceptado comúnmente, pero se trata de una expresión ambigua. Es decir, alguien que no haya escuchado nunca el refrán en contexto podría pensar que sí se parece un huevo a una castaña. A saber: tienen una forma redondeada, un tamaño pequeño que entra en una mano, una superficie lisa y suave, son productos de la naturaleza, son simiente, se comen, nadie se los folla, quizás con excepción de los huevos en sexo prenatal (Rami sabe de lo que hablo). No sé, una comparativa entre una ameba y una estrella de neutrones sí me parecería algo digno de destacar su diferencia, pero entre un huevo y una castaña… Está en la línea de los dichos como “le das la mano y te coge el brazo”, que aunque su significado sea el que es, que la persona a la que se refiere es algo aprovechadilla, que coge confianza rápido, si visualizas la escena de alguien dándole la mano a alguien y agarrándole del brazo es una imagen de gran cordialidad y educación.

Con estos datos ya deberías saber o intuir de qué va a ir el post: sí, de comparativas, has acertado, enhorabuena, eres un friki con la cabeza tostada o elevado pensamiento lateral. O también puede haber sido una coincidencia… El asunto es que empecé queriendo hacer un artículo sobre Los Ramones, pero como el tema de Juako las gracietas no iban tanto con ellos como con la similitud entre las rumbas, y sólo tenía otro tema más sobre ellos de Los Petersellers, en el cual sí hacen coñas con la sonoridad similar de sus temas, de esa ausencia de material ramoniano han venido estos lodos. Y lo curioso es que en ambas canciones se nombra al feo de los Ramones. Vean, vean, escuchen, escuchen.

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Chándal

El chándal es un prenda curiosa. De críos no nos imaginábamos la vida sin unos ropajes que eran el summum de la comodidad: elásticos, blanditos y ligeros. Nos parecía estúpido tener que llevar otro atuendo más incómodo para ganar en elegancia. A día de hoy, salvo para la gente que hace deporte, del cual se puede salir, los chandal(l)s (¿se escribe con una «l» o con dos? ¿O las dos son aceptables?) se hallan en algún rincón profundo de nuestro armario, arrugados y cogiendo polvo. Con el cariño y amor que les profesábamos de pequeños… Ahora todo lo más los usamos como prenda manchable y rompible, ya sea para pintar o alguna otra tarea del hogar.

¡Ay, cuando se nos rompían de críos…! Unas rodilleras convertibles en coderas cuando cascaban por la zona más habitual, o parches con cualquier anagrama si la rotura se producía en otras partes de la prenda, eran puestas habitualmente por tu madre, tía o abuela, cuestión ésta de la costura en la que hemos avanzado mucho en la igualdad de género con los años. Tras la bronca por haberlo roto, una vez instalas se convertían en una protección suprema, tanto para la prenda como para nuestras articulaciones de las extremidades.

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Peculiaridades (I)

Decir que unos temas que salen en este blog son peculiares podría ser hasta redundante. ¿Cuál es la novedad, pues, si es que la hay? De entrada este post es nuevo, algo no creado en ningún momento anterior de los aproximadamente 13800 millones de años transcurridos hasta ahora, años de vida de Jordi Hurtado arriba o abajo, y que bien podría el mundo seguir girando sin su existencia, habiendo permanecido como un ente atemporal y potencial.

La temática tratará sobre diversos temas con peculiaridades diversas… Me estoy repitiendo, ¿no? Embuclando, más bien, sí señor, me llaman Bucle. Pues eso, que son canciones con cosas raras, fundamentalmente en el lenguaje trabajador o empleado. Aquí Juan Abarca, como no podía ser menos, ya que es Juan Abarca, y menos es el signo de la sustracción, bien conocida por los políticos de aquí, lo contrario de la adición, no confundir con vicios.

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Mierda, una noche de pedo

Un tema que a todos nos llena.

“El que lo huele debajo del culo lo tiene,” solía decir, de críos, el que probablemente se habría o hubiera tirado un pedo tras la advertencia del primero que hubiera o habría advertido la peste que estaría inundando la pituitaria del grupo de gente, presuntamente infantil, en el que se hallare o estuviera, congregada en un número mínimo de 3, mínimo necesario para poder emplear la citada excusa.

¿Que por qué el inicio del post es así? Por el mismo motivo que miramos dentro del pañuelo después de estornudar, como si esperáramos encontrar petróleo, o el color de nuestras mucosidades fuera a ser indicativo de si padecemos un catarro, gripe o infección de algún tipo, tal como nos pregunta nuestro médico de cabecera cuando acudimos a él con dichos síntomas enfermizos: ninguno. ¿Va a ir la temática de las canciones de ello? Pues podría (condicional del verbo podrir, no confundir con el partido político objeto de diversos ataques infundados y diversas chanzas pese a sus ya desgraciadamente pocas chances (esa Pit) de gobernar este apestoso país).

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