Vas por la mañana a subirte en tu vehículo para ir al trabajo: un coche, una moto, una bici, da igual. Lo tienes en la calle y, cuando llegas, ves que tiene una cagada indudablemente de algún ave voladora: una paloma, un gorrión, no sé. Caída desde una cota superior en disposición aleatoria, con textura de mierda de pájaro, no puede ser otra cosa, ni una mancha de helado, ni barro… No, son claramente heces de pajarraco, guano como mucho, pero improbable. Aprecias que aún no está sólida, tiene como volumen, suena y tal, puedes regular la intensidad del sonido de la mierda mediante un potenciómetro, hasta el 11 incluso. No, tiene volumen físico, 3 dimensiones, y la cuarta, el Iker, no, la cuarta dimensión, el tiempo, ves que es breve desde la salida del ano del bicho hasta tu llegada, que el liquidillo no se ha solidificado, tiene aún como burbujitas, no es un integrante de Flatland. Una parte quizás sí tenga una textura como la del barro, pero bueno, no requerirá aumentar su grado de humedad. Con esta información y unos pañuelos de papel que llevas, quizás incluso unas toallitas húmedas, te pones a limpiarla, con cuidado de no mancharte, haciendo una especie de guante con uno de los clinex y usando otro para recoger lo gordo, después le pasas otro para acabar de dejarlo niquelado, una toallita y tal, pasas otro clinex limpio para secarlo… Y, en ese momento, escuchas un grito: «¡No lo toques! ¡Cabrón! ¡Me has jodido mi obra de arte!» Y ves una cacatúa pila de agresiva, loca, hablando perfectamente tu idioma, picándote por donde pilla, y siguiendo con sus diatribas: «¡Hijo de puta, mi creación «blandiblu sobre manillar difuminado», te la has cargado!» Y sigue atacándote, tu ahí defendiéndote como puedes, pero no para la jodida, como poseída. Y te da por pensar en lo que está pasando, y sobre todo lo que está diciendo, y caes en la cuenta no sólo de que habla tu idioma mejor que cierto cordobés que como terrorista fue un poco pifias, joder, que logró lo contrario, que nos escojonáramos, y de que las aves consideran sus excrementos obras de arte, al igual que algunos humanos. «¡Siempre andáis maltratando nuestro arte! ¡Y no sólo eso, incluso lo usáis como abono para vuestros cultivos! ¿Os imagináis si hiciéramos lo mismo con la Gioconda, eh, ponérnosla a picar y comer? ¡La expresión de nuestra alma usada para generar vuestras plantas, que las usáis para comer, y también para drogaros, especie de yonkis, homínidos estúpidos! ¿Y luego qué harás, eh? ¿Le acabarás incluso contando esto como anécdota graciosa a tus amigos? ¡No tienes vergüenza! ¡Incívico!»
Q imaginación hijo!!!
Esta mbien.
Alfred Hichkock si lo pillara hacia otra película de los pájaros.
Besu
Me gustaMe gusta